Para ella
«Cuando me asalta el recuerdo de ti»
Lo de tener un chivato en el blog que me indica desde dónde viene la gente a visitar, o qué palabras han desenredado la madeja para llegar hasta mí, es algo que no deja de sorprenderme.
¿Qué buscaría, exactamente, la persona que tecleó «Cuando me asalta el recuerdo de tí»? Y, además, ¿qué milagroso engranaje relaciona esa frase conmigo?, ¿Quién es la persona que recuerda? ¿Quién la recordada? ¿Qué habré escrito yo en su momento para que, en el juego no de azar, una frase tan bella haya sido el santo y seña para llegar hasta este lugar?
No me cuesta reconocer que los recuerdos forman una parte importante de mi vida. Que me niego a romper con ellos. Que me cuesta cerrar círculos, y que jamás lo hacen del todo. Como decía un amigo mío muchísimos años atrás: «tu corazón es un brasero, donde todos somos llamas vivas o rescoldos, que un simple aire puede hacer revivir». Mi único trabajo es acelerar el proceso de selección y obligarme a superar lo que produjo dolor.
Esta mañana, decido publicar una de esas recetas de toda la vida, de nuestra vida, la isleña, la familiar, la que trae aparejado rememorar a las personas que un día las hicieron para nosotros, y de las que aprendimos. Hoy, que te asaltarán los recuerdos, yo me despierto y te dejo una caricia, un beso, y una receta que hace un tiempo hice pensando en tí y en ella.
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PAPAS VIUDAS (AMARILLAS O PEREJILADAS en mi casa)
Son simples papas guisadas, según el tamaño: enteras o partidas a la mitad (según la familia o la zona, pueden ser también en rodajas o en cuadraditos y sofritas), a las que se les da un último hervor, una vez escurridas del agua del guisado, con una «fritura» básica de cebolla, tomate, ajo y pimiento, que se adereza al gusto con pimentón, pizca de comino, incluso puede añadírsele un chorizo palmero o canarión (de untar, tipo sobrasada) o una lasca de pimienta seca palmera, que se completa con un vasito de vino. Finalmente se le añade perejil picado (yo este día no tenía) y 1 huevo duro por persona. Para acompañar, nada… o un trozo de queso blanco y muy fresco. Como notarán, el color es muy encendido, en las casas canarias un básico es el «condimento», simple colorante alimentario, ese que debe dejar las tripas teñidas, pero al que a muchos les cuesta renunciar. Yo lo tengo para cuando me aprieta la nostalgia, y esta receta y el homenaje merecían hacerlo tal cual (vaaaale, que no se parece nada al de tu casa!!!, que ya lo sé. Pero.. recuerda.. LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS!! ;P)
Receta tan simple como deliciosa.
Me gusta la comida sencilla y alejada de pretensiones.
A mí también 😉
Y ésta es de las más simples…
Un saludo, Sr. Puntiyo, y feliz 1 de mayo!!
A mí me gusta la receta, pero más tu manera de contar…
Escribes demasiado poco, Adormidera.
Gracias por tu visita, Teresa.
Me resulta muy difícil, imposible más bien, programarme. Por eso escribo cuando algo me oprime por salir. Sin correcciones, sin darle más vueltas…
Ojalá, supongo, lo hiciera más, sí, pero en este momento me diluyo en un estado anímico que no sé definir, casi siempre ausente de expresividad hacia fuera.
Un abrazo y feliz día para tí.
Se ve muy rica, Adormidera.Y me encanta leerte.
Un beso.
«Una papa y un puño gofio no faltará»
Aún en las épocas de crisis, en las casas isleñas, al menos en la isla que vivo, esa era la mayor verdad.
Papas con … nada. Papas con una ensalada muy elemental. Papa con un sofrito al que se le añadía un huevo como salsa para mojar. Papas fritas con gofio. Papas con una lata de sardinas. Papas con chorizo palmero frito, con cebollas o no. Papas nuevas con un cacho de queso…
Era la base, aún para la gente de mi edad lo fue. No hay que irse más atrás. Esta receta me recuerda esa filosofía de lo simple, del «todo está bien mientras ésto no falte».
Un abrazo fuerte, niña. A mí también me hace feliz verte.
A mí en muchas ocasiones me asaltan las ganas de tí y vengo y leo y como y sonrío y me voy contenta siempre.
A mí tampoco me gusta cerrar círculos, pero es verdad que cuando algo es sumamente doloroso o hiriente me gusta romper con esos recuerdos, para poder seguir adelante con mejores sonrisas, aunque reconozco que somos el resultado de todo lo vivido, bueno y malo.
Mi padre siempre habla en mi casa de algunas comidas de su infancia y una eran las papas viudas. No sé si iguales o no, pero a mí las tuyas me gustan.
Besitos para tí.
Cuando te leo, me invaden las ganas, inmensas, de no perderme del todo, de no callar, de vomitar lo que me runrunea por dentro, que es animoso, dulce y calmo. Me entra una hormiguilla por cocinar, por limpiar el armario, desempolvar, ordenar, abrir ventanas, poner flores y la música, esa que nos sube, a todo trapo.
Cuando te leo, esa parte de mí que dormita mansamente, se agita sonriendo, te reconozco hasta con los párpados cerrados, te huelo, te siento y me alboroto.
Gracias, MaLuisa, muchas, y siempre.
Pasa demasiado tiempo entre cada entrada a tu blog, nos tienes desatendidos. ¡¡¡Cómo sufro!!! 😉
Bonitas fotos, rica receta.
Besotes!!!
Hola preciosa, me alegró mucho verte en mi casa, no te imaginas cuanto.
Sé que no estoy a la altura visitándote, pero hay veces que no se puede abarcar todo, y tampoco está el ánimo para hablar.
Después de ver tu comentario vine a visitarte, a felicitarte una vez más por la manera que tienes de llegarme, ya no sólo con tus sencillas y ricas recetas, sino con tu manera de escribir. Haces que me vea reflejada muchas veces, como hoy.
un beso adormidera.
Algo ha movido los hilos para que esa persona llegara a un buen lugar, ojalá se haya dado cuenta.
Haré estas patatas y las disfrutaré con tu recuerdo y por los recuerdos.
Un abrazo.
Una deliciosa sorpresa, gracias a tus palabras en el blog de Viena. ¡cómo disfruto con ella, con su manera de explicar las recetas, con la manera de sentir y de vivir que tien! Transmite y mucho. Y me encuentro contigo, que me has dejado también pasmada.
A veces, lo que sentims, no somos capaces de transmistirlo. No encontramos las palabras justas, el momento adecuado, la tranquilidad necesaria para uqe las palabras broten con suavidad, sin violencia.
Y nos encontramos entonces con personas cmo vosotras, y e mundo se para. Tdo se para y nos quedamos embelesadas, saboreando cada palabra, cada suspiro cada silencio, cada ingediente como si fuera único.
Es un verdadero placer,y ha sido una agradable sorpresa conocerte.
Ahora voy a sacar unas facturas, a atender el telefono, a escribir cartas, ordenar, archivar registrar, etc… etc.tc… y cuando el tiempome lo permita, me parsearé de nuevo por aqu´, con tu permiso.
¿ya no nos hablas, no nos narras?
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